Durante los sesenta y los setenta la colonia Constitución estaba situada a la orilla de la ciudad con límite en el periférico norte; éste era la última frontera en el norte de la ciudad. El trazo líneal de la carretera tomó tramos de lo que antes se conoció como Camino Real a San Cristóbal de la Barranca, según recuerdan las personas mayores que aun viven en la colonia., ellos recordaban como en los alrededores de ese camino había "barbechos" destinados al cultivo de maíz (Entrevistas con Ezequiel Castañeda y J Guadalupe Ávila, entre los años 2000-2008).
En esa época, nuestro abuelos y padres, y varios de nosotros también, lidiamos con muchos problemas sociales. Desde la falta de servicios, hasta la violencia en las calles. Recuerdo cuando nos cortaban el agua, eran varios días de la semana, si no es que semanas completas. Entre los vecinos se coperaban para comprar pipas de agua y llenar los aljibes de las casas. En muchos hogares optaron por perforar "pozos artesianos", también conocidos como "pozos de lazo". Actualmente algunos están en servicio en varias viviendas.
La recolección también a veces era un problema. Mientras estuvo despoblada y había "barbechos", la gente quemaba sus basura. Pero después eso era imposible. Había que esperar la recolecciòn de la basura "el carretón" decían las personas. Recuerdo cuando teníamos que perseguir el camión de la basura para que se la llevaran, porque no querían entrar a las calles. Era común ver a las personas cooriendo con sus botes y bolsas para alcanzar el camión. Y ahora, hasta los domingos pasan.
Sobre el agua potable, para beber, la opción era un pozo artesiano, ubicado al norte de la colonia. En mi caso no estaba tan lejos. En su momento, era una práctica dura, difícil. Cargar el agua y caminar varias cuadras era complicado, quizá menos que ir por agua al río en un pueblo o rancho, como muchos de los habitantes lo hicieron en sus lugares de origen.
A pesar de todo eso, era bueno ir al agua a "la Bomba". Esa que siempre estaba fresca, que sabía diferente, que nos hacía madrugar o bien esperar hasta altas horas de la noche. Filas largas haciamos para llenar nuestros "baldes" y "bulitos". Todavía tengo la imagen de mi mamá Faustina (mi abuelita), que hacía una especie de rollito con su rebozo, lo ponía en su cabeza y sobre ésta su balde color naranja, agarrado con una de sus manos, lleno de agua; y en su otra mano, un balde más, igual de lleno. Recuerdo cuanta admiración me causaba que no tirara ni una sola gota de agua, de esos baldes gigantes (así me lo parecían)que cargaba; mientras que yo, si tenìa suerte con mi mini balde, podía llegarlo a la casa a la mitad del agua.
A pesar de todo eso, era bueno ir al agua a "la Bomba". Esa que siempre estaba fresca, que sabía diferente, que nos hacía madrugar o bien esperar hasta altas horas de la noche. Filas largas haciamos para llenar nuestros "baldes" y "bulitos". Todavía tengo la imagen de mi mamá Faustina (mi abuelita), que hacía una especie de rollito con su rebozo, lo ponía en su cabeza y sobre ésta su balde color naranja, agarrado con una de sus manos, lleno de agua; y en su otra mano, un balde más, igual de lleno. Recuerdo cuanta admiración me causaba que no tirara ni una sola gota de agua, de esos baldes gigantes (así me lo parecían)que cargaba; mientras que yo, si tenìa suerte con mi mini balde, podía llegarlo a la casa a la mitad del agua.
Alma Leticia Flores Ávila
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